Manuelita Aceites y Energía hace parte de la Plataforma de Comercio Sostenible
Manuelita, en conjunto con 4 empresas palmeras – Indupalma, La Cabaña, Aceites S.A y Palmaceites – presentó un proyecto para hacer parte de la Plataforma de Comercio Sostenible (PCS), que busca la producción sostenible de diferentes productos entre los que está el aceite de palma. La PCS es una alianza público privada, que busca la producción, comercialización y consumo sostenible de los cuatro sectores agrícolas más importantes del país: café, flores, banano y palma de aceite. Esta iniciativa es liderada por Solidaridad, una organización internacional cuyo objetivo es crear cadenas de suministro sostenible desde el productor hasta el consumidor, y está financiada por el Reino de los Países Bajos, que busca que los productos sean comercializados con un sello de sostenibilidad, dándoles ventajas competitivas en el mercado.
Con el apoyo de la PCS, Manuelita Aceites y Energía ha gestionado diferentes estudios de tipo ambiental, social y legal, buscando la certificación RSPO, Roundtable on Sustainable Palm Oil.
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La ruta del mercado sostenible
Por: El Espectador – Bogotá | 28/Enero/15
En 2012 surgió la Plataforma de Comercio Sostenible (PCS), una iniciativa de la Embajada del reino de los paises bajos y la organización Solidaridad que busca incentivar la producción sostenible de café, flores, banano y aceite de palma en Colombia para conectarla con compradores europeos.
Salgar es un municipio incrustado en el departamento de Antioquia que se eleva 1.250 metros sobre el nivel del mar. León Jaime Restrepo es salgareño y técnico de café responsable de la capacitación de 11.000 caficultores que se reparten en seis municipios vecinos. Hoy, de ellos, 2.800 están asociados a programas de producción sostenible.
Con sus eses arrastradas, sus zetas marcadas y su ritmo pausado al pronunciar cada palabra, Restrepo cuenta que antes se hacía un trabajo directo con el caficultor, pero no se utilizaban estrategias que tuvieran como objetivo conseguir un mejor producto.
“En eso consiste la sostenibilidad. Es una necesidad del caficultor colombiano que ha visto que los cafés en el mundo han dejado de ser convencionales y pasan a otros niveles. La sostenibilidad se mide con componentes ambientales que disminuyen el uso de agroquímicos, reducen la contaminación de las aguas y generan un empoderamiento por defender los recursos naturales”, comenta.
Para entender quién es sostenible y quién no, Restrepo explica que “el que no está en el programa de sostenibilidad no aplica las buenas prácticas agropecuarias que le permitan tener sellos de sostenibilidad. Utiliza productos químicos para el control de la broca, deposita las pulpas del café en el agua, no tiene tratamiento de aguas residuales y contrata a menores de edad, en vez de involucrarlos en el estudio”.
Restrepo sigue con su retahíla y cuenta que un caficultor que aplica prácticas sostenibles puede “agarrar un grano más maduro, hallar mejor peso y tener más precio”. Esto se explica porque el grano verde pesa menos de 1 gramo, tiene más acidez y mayor astringencia. El grano maduro o pintón, por el contrario, puede alcanzar los 2 gramos de peso y guarda los azúcares que se dan durante el proceso de maduración del café.
La producción del café sostenible está apoyada por la Plataforma de Comercio Sostenible (PCS), la primera alianza público-privada en Colombia que busca unir esfuerzos para fortalecer la producción, el comercio y el consumo sostenible de los cuatro sectores agrícolas más importantes del país: banano, café, flores y palma de aceite. Como en Salgar, la PCS trabaja en municipios de 13 departamentos de Colombia: Antioquia, Tolima, Huila, Cauca, Nariño, Quindío, Risaralda, Caldas, Meta, Magdalena, Cesar, Santander y Cundinamarca.
La iniciativa es gestionada por Solidaridad, una organización internacional que trabaja en 10 centros regionales y tiene más de 20 oficinas alrededor del mundo. La idea consiste en crear cadenas de suministro sostenibles, desde el productor hasta el consumidor.
Como explica Carlos Isaza, gerente del sector café en Solidaridad Colombia, el movimiento empezó a ser homologado por la sociedad civil en los años 70. Durante la conferencia de Río en 1992 se comenzó a trabajar para que los productos agrícolas tuvieran criterios de sostenibilidad. “Los programas de sostenibilidad debían estar articulados al mercado y el mercado debía asumir un compromiso ético de irse por esa vía”.
Según Isaza, la PCS ha tomado fuerza en el mundo como un mecanismo para integrar al sector público, el privado y la sociedad civil en agendas comunes que resuelvan problemas relacionados con la sostenibilidad. Existen muchas propuestas de sostenibilidad en Colombia, pero esta es la primera y única en su tipo financiada por Holanda.
Colombia es vista como un importante socio de abastecimiento para Europa y los Países Bajos. No sólo el café llena los estantes de los supermercados (sobre todo los finlandeses y holandeses, que ocupan los primeros puestos en el mundo en consumo de café sostenible), sino también el banano, el aceite de palma y las flores.
La intención de darle mayor participación a los productos sostenibles se extendió al mercado internacional al ser Colombia uno de los cinco principales exportadores mundiales de los productos agrícolas. El segundo exportador mundial de flores, el tercero de café y el cuarto de banano y aceite de palma. A través de estos sectores, hoy en día más de 3,5 millones de personas se benefician en el país.
Con la PCS, que recibe el apoyo del gobierno de los Países Bajos, se busca sentar en la misma mesa a productores, compradores, Gobierno y otras organizaciones cooperantes. Hoy en día, la plataforma cuenta con la participación activa de más de 90 organizaciones. El objetivo es definir en esos diálogos, estrategias y acciones para que las flores, el café, el banano y el aceite de palma colombianos puedan ser vendidos y posicionados en el mercado internacional con un sello de sostenibilidad.
Koen Sizoo, jefe de asuntos económicos y de cooperación al desarrollo de la Embajada de los Países Bajos, aseguró que “los productos sostenibles han sido vistos como un lujo para un nicho de mercado. Sin embargo, cada vez más empresas ven la necesidad de invertir en la producción sostenible de materias primas con el fin de cumplir las exigencias del grupo de clientes grandes como supermercados e industrias de alimentos”.
Para alcanzar esos objetivos, la PCS tiene tres propuestas claras: la primera es apoyar al productor en la transferencia de conocimiento de buenas prácticas agrícolas y la creación de capacidades técnicas y tecnológicas, la segunda es el acceso a mercados y certificaciones internacionales, y la tercera es entender el cambio climático como un reto frente al que se deben implementar medidas de mitigación y adaptación.
“El objetivo es transformar la sostenibilidad en una ventaja competitiva para compradores y productores. De esta manera, Holanda apoya esta iniciativa que genera una relación más integrada en las cadenas de valor. Hoy en día estamos ante un enfoque de transición de la cooperación al desarrollo clásica a una relación de igual a igual entre Holanda y Colombia”, afirmó Sizoo.
La meta no deja de ser ambiciosa, pero los resultados hablan por sí mismos en la ruta sostenible que deberán seguir los productos agrícolas. En 2010, el 40% del café que se consumió en Holanda fue certificado como sostenible. Hoy, 6 millones de sacos de los 12 millones que se producen anualmente en Colombia son sostenibles. Y, como si fuera poco, para 2015 la meta es que el 75% de los consumidores holandeses compren café sostenible.